La pandemia de COVID-19 ha traído desafíos colectivos y crecientes en todo el mundo. Muchas comunidades y ciudadanos vulnerables se ven paralizados frente a una situación de aislamiento social y crisis económica. A pesar de esa realidad, en Granadera Baigorria, donde el programa Sembrando Futuros actúa, un grupo de personas no dejó que el miedo y la inseguridad los detuviese. Frente a una seria crisis alimentaria en el país, ellas se movilizaron durante la pandemia para ayudar a salir adelante a los más vulnerables.
Paula Papaleo es un ejemplo. Ella forma parte de la comisión directiva de la escuela de futbol en el barrio de San Fernando, donde siempre se ofreció leche y galletas a los jóvenes que participan en las actividades. Con la llegada de la pandemia tuvieron que suspender todas las actividades, pero a los pocos días, viendo que las actividades no se retomarían pronto, entre varios padres decidieron que tenían que reorganizarse para poder brindar algo más que una merienda a los niños, como habían estado haciendo antes. Las necesidades eran mayores, pero sus ganas de ayudar, también. El contacto del equipo de Sembrando Futuros llegó justo en ese momento. Aprovechando la estrecha relación de confianza que tenía con organizaciones barriales e instituciones locales, nuestro equipo empezó un proceso de mapeo y evaluación de la situación de las personas más vulnerables en esas comunidades. Paula, que está participando del programa de Desarrollo Institucional de Sembrando Futuros, se sumó a la red que se estaba formando en alianza con la municipalidad, para garantizar que los recursos necesarios para desarrollar el trabajo llegasen hasta la institución. Hoy, gracias al liderazgo de Paula y su capacidad de gestión institucional y comunitaria, la escuela de fútbol está funcionando como un punto de asistencia alimentaria en el barrio, sirviendo más de 100 raciones de comidas dos veces a la semana a cerca de 30 familias del barrio. El sentimiento de poder ayudar a su comunidad frente a la pandemia sobrepasó los límites del compromiso con la institución en que trabaja. Paula cuenta conmovida que, al volver a su hogar, ubicado en un barrio lindero, no podía dejar de ver las necesidades que estaban pasando sus vecinos. Entonces se propuso duplicar su ayuda, montando una cocina comunitaria también en su casa, donde cocina más de 90 raciones de comida, tres días a la semana, atendiendo a cerca de 25 familias. “Nos articulamos con otros muchachos que cocinan en San Fernando para cubrir toda la semana entre cena y merienda; para que los 200 chicos tengan asegurada una comida al día. Entonces los días que no voy a San Fernando cocino acá para los del barrio mío también con la ayuda de Sembrando”; continúa contando con su hijita en brazos, siempre con una sonrisa. La historia de Paula no es un caso aislado en la ciudad. Mariela Hernández, Directora del Jardín N° 162, donde voluntarios John Deere desarrollan el proyecto de huerta comunitario desde el año pasado, siempre estuvo comprometida con la comunidad que la rodea. Con la llegada de la pandemia, ya no podía atender a los niños del barrio que comían en la escuela. Con la ayuda articulada por Sembrando Futuros, el jardín pasó de entregar 20 almuerzos a 190 bolsones de comida a familias vulnerables. “El aporte de alimentos que recibimos fue un alivio para nosotros y a la vez fue algo gratificante, porque ahora las familias se van muy contentas de las entregas. Es maravilloso ver cómo cambió todo cuando comenzamos a recibir esa ayuda, sobre todo con la incorporación de frutas y verduras ya que antes no entregábamos nada de eso”, sigue contando, y afirma sonriente: “ahora sí alcanza para todos”.El ejemplo y dedicación inspiran a los jóvenes en el barrio Maristas
En el Barrio Maristas, más allá de toda la coordinación de ayuda alimentaria (que no para de crecer), Mari Barrera suma a su predisposición y ganas de ayudar, los contactos formados a partir de la red de organizaciones del programa Sembrando Futuros, para hacerles llegar alimentos a otros barrios también. En Maristas esa preocupación en sumar también está muy marcada, Mari se esfuerza por dejar un legado, transmitir esa pasión por ayudar al otro. “Muchísimos jóvenes se sumaron a partir de la cuarentena, al ver nuestro trabajo, se acercaron a la vecinal a dar una mano”. Como es el caso de Octavio Curcio, joven miembro de la mesa de coordinación de Maristas y que participó de PACE y ahora pone en práctica su compromiso con su barrio, dándole una mano a Mari. Para Mari, ver a los jóvenes participando es una renovación de las energías, de las ganas, de los proyectos. “A mí me llena el alma ver a los jóvenes trabajando en lo solidario, porque no hay nada más lindo que ayudar al otro.” Consciente del lugar que ocupa para su comunidad, ella asume un compromiso que va más allá de dar un plato de comida, lo que ella les brinda es sobre todo contención. Y cuando le consultamos con respecto a la retribución que recibe a cambio, nos contestó: “La alegría de las criaturas cuando me ven llegar, es todo lo que necesito como recompensa.”El futuro post-pandemia
Las protagonistas de esta historia confían plenamente en sus capacidades para superar este trance y hasta se animan a pensar a futuro: Mari quiere ampliar la ayuda a toda la ciudad, Paula planea generar un proyecto con un grupo de mujeres que son sostén de familia en su barrio, Mariela visiona retomar la huerta en el jardín de infantes y seguir contribuyendo con el futuro de los niños y sus familias.Sembrando Futuros Argentina frente a pandemia
El programa Sembrando Futuros, desde 2018, desarrolla un trabajo de desarrollo comunitario, voluntariado y desarrollo de instituciones locales en Granadero Baigorria en alianza con John Deere Foundation. Frente a la pandemia, el equipo del programa aprovechó la confianza y capacidades ya desarrolladas en sus actividades para crear una red de líderes comunitarios e instituciones locales que rápidamente se movilizaron para asistir a las familias más vulnerables en la ciudad. Gracias al compromiso de esas personas, instituciones y gobierno local y al acompañamiento cercano de John Deere Argentina; durante la pandemia el programa ya movilizó 57 voluntarios, que contribuyeron con 3.599 horas de trabajo voluntario en la preparación de 24 mil raciones de comida y en el armado y distribución de 862 bolsones de alimentos y kits de higiene, atendiendo 3.535 personas en 17 barrios de la ciudad.Alcance de la ayuda humanitaria en Baigorria
0
Barrios atendidos
0
Personas en situación de vulnerabilidad
0
Raciones de comida (preparadas)
0
Kits Higiene personal y del hogar
0
Voluntarios
0
Horas voluntarias
0
Bolsones de alimentos (5786 kg)