En las comunidades a las que apoyamos, cuando los espectadores son testigos de que alguien se ofrece a ayudar a otra persona sin compromisos, el acto de solidaridad a menudo se recibe con escepticismo y desconfianza. «Probablemente tengan una agenda oculta», podrían decir los vecinos en voz baja. «¿Qué hay para ellos?» podrían preguntar. Es difícil para muchas personas imaginar que un voluntario no tiene un motivo oculto, y mucho menos que una empresa privada permita e incluso anime a los empleados a ser voluntarios para servir a otros en el tiempo de la empresa. Y, sin embargo, ese es exactamente el caso en estas tres historias.
Ayudando ando y el voluntario digital
Mauricio es un apasionado por la tecnología, tiene 23 años y hace poco tiempo ingresó a trabajar a Pla by John Deere en la ciudad de Las Rosas, aunque también trabaja en la planta de Rosario, con lo cual su vida se desarrolla en movimiento constante, más aún si le sumamos además que viaja unos kilómetros desde su domicilio hacia otra localidad cercana para poder estudiar la Tecnicatura de Análisis en Sistemas.
Desde su llegada a la empresa, no tardó mucho tiempo en enterarse de la existencia de un programa de voluntariado que incentivaba a los empleados a participar en distintas actividades que podían definirse como solidarias. Motivado por un compañero de trabajo que ya era parte de dicho programa, Mauricio se encontró con el equipo de Sembrando Futuros para presentar la propuesta de Ayudando ando, una convocatoria hacia empleados de Pla by John Deere para postular ideas que acompañen y fomenten el desarrollo de organizaciones comunitarias locales.
Una de las organizaciones de Las Rosas es el Taller Protegido – Un Espacio Para Todos, que trabaja con la temática y promueve oportunidades laborales a personas con discapacidad. Sus miembros confeccionan artículos de limpieza para venderlos a la comunidad. Inicialmente el apoyo que esta organización necesitaba, estaba ligado a conseguir una nueva máquina remalladora para el taller, sumado a una computadora y una impresora para poder facilitar las tareas contables y financieras, parte fundamental de cualquier emprendimiento comercial.
Mauricio relata que se puso a hablar con Maricarmen, una de las referentes del taller y se dio cuenta que a la hora de la organización comercial del mismo “tenían un quilombo bárbaro” y que él podía darles una mano con esto y de paso “seguir practicando” ya que se reconoce como un apasionado de la programación y de las tecnologías. El empleado del sector de IT de la empresa explica como un verdadero profesional que “hacer un software” (que es lo que propuso luego de observar las necesidades del taller), “no es solamente programar. Hay que tener en cuenta quien va a manejar la herramienta, si hay internet en el lugar o no, si hay una computadora y que tipo de computadora es” para recién después de detectar ese estado de situación y “poder hacer algo que realmente les sirva, porque si haces un desarrollo y después queda ahí tirado, no sirve de nada”.
Si bien la empresa le permitía realizar sus salidas de voluntariado en horario laboral, Mauricio reconoce que también utilizó muchas horas de su tiempo libre para poder realizar el sistema necesario para que el taller pueda ordenarse y convertirse en un espacio competitivo comercialmente hablando. A su vez reconoció casi como una travesura que les contó a sus compañeros de facultad lo que estaba haciendo para el taller en forma voluntaria, y posiblemente “el grupo de la facu” termine generando para el taller un sitio web de venta online como trabajo práctico para la Universidad.
Manteniendo la sonrisa casi picarona, Mauricio cuenta que le llevó “como unas 60 horas en total de programación, el software del taller. Pero les va a servir un montón, porque está diseñado y programado a medida de las necesidades de ellos”.
Mauricio subraya que ha entrenado personas de la organización en el uso del software.: “Ya le expliqué todo a una de las personas que trabajan en forma constante en el lugar, así que ya se está implementando en el taller, con la computadora que conseguimos”, en otras palabras, marchen algunas horas más de voluntariado para esta hermosa acción digital.
Los escépticos aún pueden creer que Mauricio o Pla deben haber cobrado algún dinero o porcentaje de ventas de este desarrollo, pero no, es tan solo una parte del programa de voluntariado motivado por solidaridad y que incluye Sembrando Futuros.
A uno el digital, al profe el presencial
Hace 17 años, Roberto empezó a trabajar en el depósito de Pla. Fuera de su jornada laboral, si algo caracterizaba a Roberto era que se brindaba casi por completo por su comunidad, especialmente en su adorado club deportivo.. “Desde hace mucho que doy una mano en el merendero del Williams Kemmis, espacio que reúne los chicos en el club y que favorece que tengan buenas relaciones, y también para sacarlos un poco de tanta pantalla” dice Roberto que es de esos paisanos que miran con desconfianza los adelantos tecnológicos y prefieren la charla cara a cara o irse caminando hasta el club para ver que se necesita ante de mandar un mensajito de whatsapp para preguntar lo mismo sin moverse de su casa.
El merendero del club existía de manera irregular, contando únicamente con apoyos voluntarios, pero con la llegada de Sembrando Futuros al club, un grupo de jóvenes líderes capacitados por el programa logró poner nuevamente en marcha el merendero de una forma organizada, transparente y sostenible. Fue entonces que a esta gran acción de los jóvenes del Kemmis, se sumó la oportunidad de voluntariado para funcionarios de Pla by John Deere, y allí, sin pensarlo, Roberto retomó sus tareas, pero ahora como voluntario de Pla, colaborando en un esquema de trabajo organizado.
Gracias a la coordinación de estas dos acciones, hoy el club Williams Kemmis ofrece meriendas todos los días de 17:30 a 19:30 para que chicos de 4 a 13 años en riesgo de inseguridad alimentaria tengan sus masitas o su chocolate caliente.
Claro, lo que “el profe” no esperaba, era que la empresa en que trabaja, que también le había generado un crecimiento profesional y una estabilidad laboral, ahora le presentaba una actividad de voluntariado, para que pueda hacer lo mismo que estaba haciendo a pulmón “pero de una forma más organizada”, como él mismo dice. “Está buenísimo esto porque al hacerlo la empresa, ya se hace con una logística más elaborada. Hay muchas necesidades en los chicos y esto que hacemos permite llevar la ayuda a otro nivel”.
Un puente entre la empresa, las ganas de ayudar y la sociedad
¿Cómo se organizan las voluntades? Muchas veces las ganas están, pero las solidaridades no terminan siendo inteligentes o dando la mano que realmente se necesita. De hecho, el trabajo que busca hacer el programa Sembrando Futuros desde su génesis, es tratar de sentar las bases, los conocimientos y los mecanismos para hacer que la Sociedad termine de alguna manera, aprendiendo a ayudarse a sí misma.
Gretel trabaja desde hace 7 años en el área contable de Pla by John Deere, en Las Rosas, y prácticamente desde que se enteró del programa de voluntariado, forma parte de lo que se conoce dentro de la empresa como el Comité de Voluntariado. En muy poco tiempo ella se transformó en una de las referentes del Subcomité de Sembrando Futuros.
En sus palabras, “en el Comité tratamos de organizar alguna iniciativa para que después se sumen los voluntarios. Somos un grupo que lleva adelante la organización, actualmente somos 10 y llevamos las discusión más detallistas, en este caso trabajando de la manos con Sembrando Futuros y sumando una gran cantidad de aprendizajes para ver, por ejemplo, cuando aparece una donación de la empresa, poder evaluar qué institución puede ser la que más lo necesita”
Gretel tuvo que luchar desde el comienzo de su participación en el Comité de Voluntariado con varias aristas vinculadas a la desconfianza que genera una acción desinteresada como la que emprenden en cada acción. Por un lado, al principio especialmente las organizaciones sociales que o desconfiaban de los intereses que podía tener Pla by John Deere a la hora de ofrecer este tipo de apoyos, y por el otro cuando veían las cosas que se hacían que “venían a pedir directamente que nosotros le hagamos o le donemos tal cosa”.
Desde un principio, quizás por su formación contable, puede verse que Gretel viene con el chip ideal para esta tarea, ya que demuestra claramente los aprendizajes obtenidos a lo largo de estos años de voluntariado en donde hoy orgullosa puede contabilizar una gran cantidad de trabajos realizados, cuantificados en horas de voluntariado, cantidad de empleados voluntarios, organizaciones sociales a las que se pudo apoyar con alguna causa y muchas otras acciones que se fueron trabajando a la par con el equipo de Sembrando Futuros.
«Creo que algo importante es que la empresa le quiera devolver a la comunidad el abrirle de alguna manera sus puertas e incluso para nosotros también es una forma de ver necesidades que pueden estar a la vuelta de tu casa y no te das cuenta” dice la contadora y agrega que “hay muchas necesidades alrededor que por ahí antes de formar parte del Comité uno no veía tanto”.
Gretel detalla que Pla By John Deere es una empresa fundamental dentro de la dinámica de la localidad de Las Rosas, porque además de la cantidad de gente que trabaja en la planta, hay muchos proveedores que se nutren de la relación comercial que genera la cercanía a la empresa. “Desde la llegada de John Deere a Las Rosas, no fueron pocos los rumores que circularon en la localidad, muchos veían este desembarco en términos negativos” cuenta Gretel, y agrega que justamente por eso “este tipo de acciones de voluntariado suman muchísimo a modificar esa visión. Antes se hacían de alguna manera algunas cosas pero más bien informal, así como a pedido; por ejemplo venían los Bomberos y decían que necesitaban algo y la empresa les daba, pero ahora esto es una organización que directamente se pone al servicio de la comunidad para apoyarla en lo que necesita”.
La Historia Global: El voluntariado en Pla By John Deere
Sin lugar a dudas que cuesta creer en este tipo de acciones que se hacen a puro corazón. Cuesta imaginar que alguien realice este tipo de cosas brindando parte de su tiempo libre al otro y cuesta creer que una empresa resigne parte de las horas laborales de sus empleados para que estos entreguen su trabajo a otras organizaciones. En realidad “resignar parte de las horas laborales” no es la mejor forma de expresarlo, ya que en realidad no se resigna nada, sino que se resignifica. Mauricio, Roberto y Gretel hablan del voluntariado con brillo en los ojos, con mucha energía, con una mirada hacia el recuerdo de algún agradecimiento que seguramente les dieron, de alguna persona que seguramente les regaló una lágrima de emoción al ver que algo que parecía imposible hoy se convertía en una realidad.
El programa de Voluntariado de Sembrando Futuros en el que ofrece Pla by John Deere genera esto, que trabajadores de una empresa se sientan orgullosos de vincular su espacio de trabajo y su comunidad, que puedan ayudar a sus vecinos y aprender con ellos nuevos oficios o herramientas para ser mejores profesionales o personas.
Sea desde el mundo digital, desde lo más profundo del corazón o desde la capacidad de organizar una acción social, las voluntades cobran fuerza cuando hay tierra fértil para poder sembrar los futuros de una comunidad. En Las Rosas, eso se sabe en todos los rincones y cada día hay menos personas en la “vereda de enfrente” que miren con recelo o desconfianza la llegada de las pecheras de Sembrando Futuros.